miércoles, 23 de noviembre de 2011

Efímero

Foto: Srta. Insomnio
He viajado por mundos que ya ni la Historia ni la propia Tierra recuerdan. He conocido mujeres bellas, las he amado y odiado; he tenido enemigos, puede que hijos que nunca sabré quiénes fueron. No recordaré apenas las caras de la gente por mucho tiempo que haya pasado a su lado. Aunque pensándolo bien, nunca me he quedado demasiado tiempo en ningún sitio, en ningún corazón de nadie.

Puede que alguna vez disfrutara de todo esto. Ahora sé, que no reporta nada. Soledad, dolor por aquellos que he perdido y a los que aprecié y ahora ni recuerdo. Aún me quedan años por delante, tantos segundos que las cifras no pueden ni contabilizar. Mi existencia está ligada al mundo hasta su mismísimo fin. Un fin que cada día veo más lejano y, si realmente ocurriera, para entonces, habré vivido en demasiadas décadas, varios siglos y puede que un par de milenios o más... solo.

jueves, 25 de agosto de 2011

Mis vecinos (I)

Señorito Google.

Hola, me llamo S. (pero no Soraya, que es feo de la leche) y vivo en Málaga Sity (ya lo chivaté en la entrada anterior). Y vivo en un barrio como muy bello de cuyo nombre me acuerdo, pero bien que me acuerdo, y ojalá que no.

Mi barrio es feo porque son feas sus gentes, está claro. Hay suciedad por todas partes, huele raro (incluso cuando no pasa el camión de la basura), siempre oyes música de poco gusto - de mierda, vamos- se respira un ambiente muy acojedor  y bueno, que hay como mucha gente de todas las edades, condiciones, etnias y de tó. En la tele veo películas donde hay barrios chinos, rusos e italianos que tienen mala pinta pero tienen un no se qué y un qué se yo que dices 'coño, el folclore se respira aquí y es respetable'. Pero donde yo vivo no.

El caso es que, como decía, que me enrollo la tira, mi barrio es caquita de la vaca. De una vaca muy asquerosa y sucia. Y sobre todo el bloque donde vivo. En el fondo, muy en el fondo, tiene su encanto y todo porque es que te tienes que reír. Te ríes como en un capítulo de "Aquí no hay quien viva", pero claro... aquí José Luis Moreno no mete mano en el guión, la gente es así porque la han parío así y así son sus circunstancias.

Por ejemplo. El que limpia, el conserje (porque realmente está para limpiar pero poco le falta para repartir flyers y llevarnos pastelitos a casa) es un homosexual muy majo, aunque a mi, la verdad sea dicha, me cae bastante regular porque no me saluda casi nunca (qué raro donde vivo). Pero el tío es apañao.

Por otra parte, por empezar con alguno, tenemos a mis vecinos los morosos del tercero, que tienen tela pero tela. Yo antes era amiga de su hija pero como la madre está loca y me daba miedo porque cantaba y silbaba todo el tiempo canciones de Julio Iglesias y pegaba a sus hijas con un cinturón pues ya como que me daba apuro ir a su casa. Tienen un niño con Síndrome de Down de unos 30 años que ha ido desevolucionando, de ser humano a algo que da voces y ladra todo el tiempo. El padre trabajaba en Correos y en el trabajo de la madre también, porque ella nunca jamás sale de casa; un día no trabajó y más y se prejubiló. Él dijo que se había caído repartiendo el correo, pero realmente estaba haciendo las tareas del hogar en horas de trabajo y se cayó por las escaleras del bloque (que yo lo vi). Tienen muchas muchas cosas caras y guays, como un coche o un piso cerca de la playa, porque cobran subvenciones del Gobierno (y yo ni cotizo trabajando, tiene cojones).

Mi bloque está plagado también de árabes mamonas. Las odio con todo mi ser porque son mala gente y cantan en su idioma a altas horas de la madrugada y cuando les digo que bajen la voz me chillan y me cierran la puerta como muy vacilándome. Eso a mi no, ¿estamos? Porque yo seré muy seca, pero educá.

Mi vecina del primero tiene dos hijos alternativos que eran mis amigos también cuando yo era shica. Ya no. Y mi vecina tampoco, porque nos acusa a mi madre y a mi de tirarle colillas de porros en el patio. Un día hizo un collage muy estupendo con ellas y las dejó en el portal a modo de advertencia "sé lo que fumáis". El caso es que la muy ingenua no se entera de que las colillas son de sus putos hijos. También me deja la ropa en el portal cuando se me cae... y luego pues pasa lo que pasa, me la roban porque tengo un gusto para escoger complementos y demás que es que yo entiendo que la gente me copie, pero esto es un despropósito.


Ahora que me acuerdo el otro día le di con la puerta del ascensor en la cabeza a una de las vecinas que me caen bien. Me cavo mi propia tumba.

Otros vecinos les dan la llave a cualquiera. Entonces llego yo para abrir la cancela (ahora hablaré de ella, porque es otra absurdez) y me dicen '¿pero tú quién eres?'. ¿Que quién soy, que quién soy? Pues una persona que lleva aquí viviendo 18 años, no como tú, que llevas como mucho 18 minutos desgraciada. Lo odio, eso es porque llevo piercings algo grandes en la cara (como pechá) y tatuajes y tengo una manera algo peculiar de vestir, prejuicios, prejuicios everywhere.

Los beatos son buena gente, no les criticaré.

Las del cuarto son la caña. Tienen un padre con alzheimer que desapareció un buen día sin dejar rastro. Recuerdo que yo le perseguía cuando era niña y siempre acababa en el mismo bar poniéndose púo, pero yo erre que erre le seguía siempre (tonta que es una). La madre tiene un pequeño retraso mental. Recuerdo que era muy muy maja porque siempre estaba contenta y te saludaba de buen humor. También desapareció un buen día; por lo visto lleva años encerrada en casa. Una de sus hijas se quedó preñada con 17 años y lo ocultó varios meses hasta que un día le dio por vomitar por la ventana y pringarnos la ropa a todos. Entonces se supo. Ya ves que se supo.

No contentos con mis vecinos, mi portal es una puta mierda también. Se pinta frecuentemente, se arreglan las cosas y yo me pregunto '¿para qué, si dentro de dos meses va estar toda la pared llena de refregones, mocos, firmas (sí, la gente es gilipollas) y caras de Belmez mínimo?'. Pues porque, como ya he dicho, vivo en un bloque de imbéciles totalis.

Hace unos años entraron a robar. No se llevaron nada, ¿vale? Los gritos de la mujer a la que atracaron asustaron a los maleantes que, presos del pánico, huyeron. Pues desde entonces mi portal tiene una cancelita entre el acceso a las escaleras y el ascensor y la puerta de la calle. Por seguridad, claro está. Pero siempre está abierta. ¿Qué coño os pasa? Toca las narices tener que ser una buena vecina y abrir y cerrar la puerta siempre, pero luego el 90% de los vecinos la deja abierta de par en par. ¿Entonces para qué está? Pues para que si algún día está abierta y me ven esos hijos de la gran puta madre naturaleza me echen a mi la culpa. O a mi madre. Porque somos unas porreras.

Desfalco, timos a hacienda, robos, injurias y calumnias, secuestros, desaparición de personas... ¡aquí no falta de nada! ¿Sabéis que os digo? Que me enervo. Paro ya o le prendo fuego al bloque. El caso es que en mi casa está oliendo a quemao ahora mismo (¿me leen el pensamiento o qué? ¿saben que les estoy critiando públicamente ante millones de lectores ávidos de cotilleo insustancial?).

Pongo una fotito de Wisteria Lane (el barrio de las "Mujeres desesperadas"). Porque bueno, allí había asesinatos, incendios y traición, casi como en mi bloque, pero con más glamour y qué coño, un poquito de verde siempre se agradece.

martes, 23 de agosto de 2011

De cómo empecé a ser una insomne

Srta. Insomnio
Hola niñas y niños, gatas y gatos, perras y perros y demás animalitos bellos del mundo.
Me he dado cuenta de que hace un año ya de que abrí este blog y sólo he puesto textos y textos y no me había presentado. Tampoco es que tenga muchos lectores (me creo Pérez-Reverte por momentos, -¡jé!-), pero es de mala educación de toda la vida no presentarse cuando se es nuevo en los sitios.

Pues a ver... habrá que empezar. Mi nombre es S. (inventaros lo demás, es lo de menos -juegazo de palabras, estoy que lo doy todo-), tengo 24 años, un 'trabajo' precario del que luego me quejaré y varias cosas más a añadir que hacen la persona que soy.

Nací en Málaga Sity, ciudad sin ley y sin otras muchas cosas como un verano decente y con un invierno de mentira. Tengo algunas amigas a las que llamo 'totos' (que aquí significa 'vagina'; sí, soy así de choni) o titis o socias o jefas... pero normalmente no por su nombre, me creo chunga porque soy de un barrio chungo y todo lo malo, incluido el vocabulario, se pega, es lo que hay. Al menos acabé los estudios, o eso intento, así que faltas de ortografía, por lo menos, no tengo (aunque aquí me remarque varias palabras en rojo no son falta).

Mi infancia es la típica infancia de una niña que no tiene hermanos y padres que trabajan de sol a sol en una fábrica de tejidos y en el campo recogiendo patatas. De pequeña no pude ir al colegio, de modo que la señora de los campos donde trabajaban mis padres me enseñó todo lo que sé y, como era maestra, pues sirvió para mi formación. Rebobino. Es cierto que no tengo hermanos y que mis padres trabajaban musho, de modo que siempre me crié con mis abuelas y todo lo que aquello conlleva. Las abuelas son wena ente, como se dice aquí, pero a mi me tocaron raras. La madre de mi padre, por ejemplo, me cuidaba a mi y a todos mis primos así que para no liarse demasiado a todos nos llamaba 'Tamara' o 'Adri' y va que chuta. Le gustaba el vino y las copas de helado de la de abajo, charlar con sus vecinas igual de viejas e igual de horriblemente vestidas y hacernos bocadillos de mortadela Mina. Para mi otra abuela yo como que no existo, soy la nieta suplente cuando no está su verdadero nieto, el hijo de su verdadero hijo (y hasta aquí puedo leer... xD).

Pues eso, que yo era una niña muy graciosa y muy rareta como ya conté en otra entrada y que no repetiré porque me quedó bastante bien (creo yo, qué coño) y para qué redundar.

De la adolescencia mejor ni hablar. Ser rara cuando eres niña es como muy mono y entrañable... pero a partir de los 13 años di un cambio siniestro a mi ser. El negro, la ropa rota, las cadenas, los imperdibles, la música metal extrema y las películas de dudoso contenido (no hablo de porno, coño) dieron paso a un pequeño monstruo que hacía dibujos tan feos como la ropa que llevaba. Para los niños de ese rollo de hoy yo sería la caña y todos me adorarían y me amarían, pero los niños de ahora son más guays y los de antes eran todos unos bacalas poseídos por el cantante de los Prodigy que no veían más allá de sus peinados badboy o su ropa marca Scorpion Bay (aquí en los noventa era lo más). El caso es que tenía una amiga que me duró como toda la vida (al menos hasta ahora), que comprendía bastante mi manera de ser y a la que adoro con toda mi alma a pesar de ser polos opuestos casi. También me eché un novio con 15 años que se parecía a Kurt Cobain que me duró 3 y me hizo perder toda la adolescencia de un plumazo (igualito que las niñas de ahora).

El caso es que el instituto, para mi, era un jodido infierno. Yo era una niña majísima  que sacaba muy buenas notas, se portaba estupendamente  y salía en el cuadro de honor. Bueno, no en las fotos, porque mi color de pelos y los piercings no eran adecuados, por lo visto. Retrógradas era lo que había allí y yo una persona muy versátil y con gran personalidad y poco gusto. Luego me hice rastas.

La universidad me abrió loh ohoh y en lugar de ser una paria era una alternativa  majísima y que sacaba muy buenas notas y se portaba estupendamente. El caso es que, como todos, supongo, creí que todo sería color de rosa en la facultad, haría lo que me diera la gana, saldría de juerga como en las pelis de universitarios de después de comer y demás. El caso es que juergas me pegué... pero nadie me habló de las largas noches de estudio y de hacer trabajos que me pegué. Es entonces cuando conocí a Insomnio. Él no era un gótico ni un oscurito guay de atractiva presencia y gustos refinados con tatuajes de Depeche Mode, no, era la puñetera falta de sueño que me hizo convertirme en la sociópata joven que soy ahora.

Agradecerle tengo, que gracias al insomnio precoz (por lo visto de joven también lo tenía, yo creía que eran ganas de desafiar lo establecido y acostarme tarde) y al insomnio de ahora descubrí lectura, música y mundos paralelos donde perderme y cultivar mi mente.  Viendo Buenafuente, por ejemplo. O la Hora Chanante. Y la afición de escribir gilipolleces como esta.

No obstante... por lo visto, el sueño es como necesario para vivir. Entonces me convertí en un animal nocturno adicto a la Coca-Cola Zero que no dormía por las noches y luego de día se quedaba sopa en clase. La vida es dura y encontré amigas que me ayudaron a dormir, solo que el médico no me deja verlas siempre y hace falta comprarlas con receta. Poco después he sabido que el hurto en los hospitales está generalizado y, bueno, por suerte conozco gente que me las proporciona gratis. Gracias.

Después de asumir que me cuesta trabajo dormir porque de noche estoy como más inspirada para hacer cosas como las mencionadas antes, he de decir que esta afición de ser nocturna me resultaba más facilona cuando sólo tenía que estudiar. Como hace unos meses decidí que ser becaria ya era necesario para mantenerme económicamente, firmé un fabuloso contrato multimillonario con el que trabajo pocas horas, en un ambiente ejemplar, rodeada de gente fascinante y haciendo lo que me gusta (Traducción: firmé una mierda de contrato que no me cotiza a la Seguridad Social una mierda, llevo 9 meses trabajando en un zulo asqueroso que, al menos tiene aire acondicionado, pero plagado de tíos que me llevan más de 10 años y cuyo tema de conversación principal es cuánto tienen que pagar de manutención si se divorcian de la señora; ah, y sin vacaciones, por supuesto).

Bueno, a grosso modo (¿véis lo bien que me expreso?), esa es la tía insomne que escribe el blog. Ya más o menos me he presentao. Más vale tarde...




domingo, 10 de julio de 2011

Cadáver

Srta. Insomnio

Si hemos llegado aquí, a la mejor historia de nuestras vidas, es porque las otras no lo eran. Y no hay que pensar que nunca debieron pasar porque, probablemente, esta no sería tan especial ni sería la mejor, sino una más.


Para mi, esta, la historia de mi vida. Aquello que en aquella película se llamaba "la casualidad más grande, la que estábamos esperando".


Al menos yo.

miércoles, 15 de junio de 2011

Te lo dije

Srta. Insomnio

En aquel balcón, en la primera planta de aquella tetería a la que nunca jamás me atreví a volver, mi mejor amig@ , la voz de la cordura, de mi conciencia, me dijo algo que jamás olvidaré.

- Ocurre como en aquella canción, no sé si la recuerdas...  "Lo mismo te echo de menos, lo mismo que antes te echaba de más". - Le dije.

- Eres tont@, mira que te lo he dicho veces: los recuerdos son de mentira y te inundan la razón. - Contestó. Y se terminó su batido de chocolate 
(siempre pedía batidos), con un gesto en la cara de tranquilidad y satisfacción por haber dicho una verdad como un templo. Puede que entonces no apreciara esas palabras pero ahora me parecen cada día más ciertas.


Me hago mayor, supongo.

jueves, 19 de mayo de 2011

Sin título

Foto: Srta. Insomnio

Cuando ya no quede nada que decir. Cuando los atardeceres junto al mar hayan dejado de ser bonitos y andar solos una rutina. Y los amaneceres tampoco los veas. Cuando la primavera ya no tenga olor y sólo exista la polución en tus narices y la fruta sólo sepa a pesticidas. Cuando no te apetezca arreglarte para salir, o no te apetezca salir. Cuando ya no se te erice la piel cada vez que, pero recuerdes con nostalgia cuando sí ocurría. O eso de las mariposas en el estómago. Cuando todos los días sean temidos domingos, o lunes. Ya no pongan nada en la televisión o en el cine y no sepas en qué canción llorar tus penas o reír tus alegrías. Cuando se te olvide cómo eras y cómo era. Cuanto todo eso pase... el tiempo ya llegó a la estación del tedio y, para otras cosas, ya será tarde.

Paralelo

Foto: Srta. Insomnio
- ¿Qué quieres que te diga? - Le pregunté.

- Nada, no me digas nada.- Dijo ella.

- ¿La verdad? En un mundo paralelo, amiga mía, habría cogido tu mano y no la de otra. Las decisiones erróneas que tomo aquí, serían allí las correctas (y viceversa). No te habría quitado la cara entonces, habría dejado que me besaras en aquel lugar desconocido para los dos pero, que al fin y al cabo, podía haber sido igual de nuestro que cualquier otro. En un mundo paralelo yo tengo un trabajo de puta madre y a lo mejor el pelo largo, o llevo piercings y tatuajes y duermo en una cama grande, en una casa grande. Pero no. En un mundo paralelo, te juro, que habría hecho lo que fuera por los dos, por ti y por mi, por tener lo que fuera. Pero en este, las decisiones que he tomado son completamente distintas. Y no tienen por qué ser malas. Por eso hoy estamos aquí y de esta manera y no de otra. Cierra los ojos y piensa en allí, en Nunca Jamás, donde las cosas no son más fáciles ni más difíciles sino distintas, y donde podemos tener aquello que no tenemos aquí. 

La dualidad existe. Allí, ahora, es un atardecer más fresco que cálido, tú llevas una sudadera de capucha y te digo algo (a saber qué); estamos sentados en un trozo de piedra a modo de banco en ese sitio que tanto te gusta, junto a la playa. Te digo, repito, algo... y tú apoyas tu cabeza en mi hombro y se hace el silencio.
Aquí, ahora, estamos en una cafetería de mala muerte tomando una porquería de zumo de naranja debatiendo tonterías. Lo cierto es, que todo esto no te lo digo, lo pienso... mientras quiero tener algo contigo que no sé lo que es y te miro mientras te sonríes para ti misma porque has tirado algo al suelo.
En el paralelo, ya te digo, esto no es así. Aunque tú no te enteres de nada.

jueves, 31 de marzo de 2011

Verborrea


Probablemente no era su tipo.

No, seguramente no. Pero ahí estaba, enfrente de mi, diciéndome miles y miles de tonterías. Era (y es) la típica persona que habla sin parar de cosas tan banales y tan estúpidas pero que se las cree tan tan bien que no te queda más remedio que quedarte callada, mirando, y oyendo (que no escuchando).

Hablaba de cine de autor, de grupos post-punk que a mi sólo me parecen modernos y de tonterías variadas que para mi eran de lo más baladí.

A mi me gusta meter los pies en el agua limpia del mar. Me gusta ver películas malas mientras bebo cerveza chunga del chino, comer porquerías sentada en un parque. Hacer fotos a chorradas como casas y, a veces, tener alguien a quien querer para no sentirme lo que realmente soy: una persona gris y vacía. Yo que sé, que tendré gustos poco comunes, no lo niego, pero que mi vida no se basaba (ni se basa) en parecer una intensa 24 horas al día.

Lo dicho, ahí estaba yo mirándole, oyendo sólo 'blablablabla' y pensaba... ¿por qué no me dice de ir a dar una vuelta, a tomar algo que no sea agua sucia (té, infusiones) fuera de este bar con pinta de alternativo y que simplemente es caro de cojones?

Pues no, no me lo dijo. Me invitó a su casa, a follar, a follar mal. Y luego me fui tal y como había llegado. Con un dolor de cabeza del copón.

Y no es que no fuera su tipo. Es que realmente, por muy cara bonita que sea... no era el mío.

Llamémoslo verborrea. O gilipollas.

lunes, 14 de marzo de 2011

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Foto: Srta. Insomnio

Hay millones y millones de personas en el mundo.
¿De verdad pensabas que no habría ninguna para ti?

jueves, 3 de marzo de 2011

?

Foto: Srta. Insomnio
Me levanté y me di cuenta de que tenía la cabeza estrellada contra el volante. -Otra noche más me he pasado bebiendo- me dije. Intenté arrancarlo pero no tenía gasolina. Estaba en un descampado cerca de la Universidad, no estaba lejos, al menos. Pero no tenía el bolso. Ni el bolso, ni el móvil, ni la cartera, ni las llaves. 40 minutos andando hasta casa. Llego. No puedo entrar, no hay nadie.

Decido ir a casa de... no recuerdo el nombre, pero sé que es a quien quiero ver. Llego al portal y aprovecho que alguien entra para pasar. -Gracias- le digo, pero no me contesta. Maleducado.

Parece que en casa hay una fiesta. Sí, la hay... se oye música y gente reír. La puerta está entreabierta. Le veo, al fondo de la sala. Camino hacia él pero parece que la gente está tan centrada en sus cosas que no me ve nadie. Oigo un chiste, es gracioso pero no puedo reírme. ¿Noto que atravieso cosas? Cuentan otra cosa graciosa. Tampoco me río. Y es entonces, en ese mismo instante en que no puedo ni sonreír un ápice cuando me doy cuenta de que estoy muerta.

lunes, 7 de febrero de 2011

Niñ(a)

Foto: Srta. Insomnio
De niña solía pensar que los chinos lo inventaban todo. Pensaba que habían inventado los dinosaurios, por ejemplo. Y que los habían desinventado, por supuesto. Como inventaron la pólvora o el papel o un montón de juguetes y 'cosas' tecnológicas. Y los dibujos animados. Y que yo parecía china también me lo decían.

Todo era mucho mejor así, no cuando te dicen que los dinosaurios se extinguieron porque en la Tierra se 'lió parda', como se extinguen las ballenas, los tiburones o los delfines. No, estos no; estos sí los han desinventado unos chinos.

De niña, también, quería ser como Alaska, tener una cresta, el pelo de colores, llevar ropa estrafalaria y cantar canciones de rima fácil pero muy chachis; me gustaban las películas de miedo porque no me daban miedo. A mi me daban miedo las personas de verdad, como la vecina que se quitaba los dientes o el señor travesti que soltaba improperios en la puerta del bingo que había justo debajo del bloque donde estaba el primer piso donde viví. Me gustaba mi habitación de ese piso. Era cuadrada y grande, con una ventana enorme al lado de mi cama; a veces creo que no era tan grande sino que yo era muy pequeña y que, si vuelvo allí, no sería igual que lo que recuerdo.

Tuve una muñeca de esas que comen galletas y se me enganchó una de las dos trenzas largas que solía llevar. Un día ya no las llevé más, las corté y no volví a tenerlas. Lo bonito que era mi pelo y lo fácil que resultaba cortarlo. Y lo fácil que es ahora también.

Ojalá, a veces, mirara las cosas con la misma perspectiva que entonces, cuando los problemas no eran problemas. Supongo que un día supe que había dejado de ser una niña. Y ese día fui un poco menos feliz. Pero hay películas de chinos muy bonitas, eso sí.

miércoles, 26 de enero de 2011

Corazón

Foto: Srta. Insomnio
Rojo.
Rojo y grande.
Rojo, grande y lleno.
Muy muy lleno.
Llenísimo.

Así lo tengo.
Y que eso no cambie nunca.
La misma sensación que cuando mueres de calor y respiras una bocanada de aire frío.
Que cuando tienes frío y tocas algo ardiendo.
El alivio de sentir que se te llena el pecho con cada abrazo que das y no te importa nada más en ese momento.

Sólo falta que el miedo no aceche detrás de la ventana.
O debajo de la cama.
O dentro del armario.
Porque esos son los sitios donde yo quiero estar, ser tu monstruo particular. Las ramas que te abrazan mientras duermes.


miércoles, 5 de enero de 2011

Bar

Foto: Srta. Insomnio.


Me senté en la mesa que estaba más sucia de toda la cafetería. Era la única que había, la verdad. De repente aparece una anciana y me dice no se qué de que se quiere sentar y que si le dejo sitio. Hago un ademán aprobatorio y se coloca justo enfrente. El caso es que yo no quería hablar con nadie pero siempre acabo siendo el blanco de todas las conversaciones de personas con ganas de arilleo en todas partes; da igual sexo, edad, condición social y demás mierdas definitorias. Me suelta que ha tenido una mañanita de aúpa y que la mala suerte se ceba con quien menos se lo merece (es posible que sea cierto, las cosas son así) pero que no pasa nada porque la gente está acostumbrada al fracaso día sí y día también. Como ella y sus hijos y su señor marido y su hermana y demás personas que a mi me dan igual. 



Después de intentar sacar conversación contándome evidencias (que si quema el café que veo arder en su taza, que si qué día de perros hace, etc.) me suelta una pulla acerca de los jóvenes de hoy en día. Que si no hacemos nada por la vida, que si nada más que vagueamos, que si sólo gastamos dinero, estamos maleducados, no sabemos nada de la vida... me pregunta qué hago yo por la vida. Una periodistucha sin trabajo con cara de niñata y con piercings, es lo que soy, estudiando un posgrado, entro dentro de la definición de juventud del diccionario mental de la vieja de enfrente (ya no es señora ni nada). Me hace un gesto como para que le conteste, a lo que digo:



-Oiga, yo estaba aquí tranquilamente tomándome un puleva, viene usted, se me sienta enfrente, me toca las narices, me pregunta si hago por la vida algo que usted apruebe cuando ni si quiera la conozco. Si fuera prostituta trabajaría y ganaría dinero, lo que para usted sería una basura porque cobraría por follar y no contribuiría al P.I.B. de este maldito país en el que ambas vivimos (ella fijo que ni contribuye porque su único trabajo habrá sido ser chacha de su familia y remangarse la faja para que su marido le haga hijos). Si le dijera que limpio escaleras le parecería una puta mierda... sin embargo, fijo que usted ha quitado más mierda en su casa y encima gratis. Si le dijo que se vaya a mamarla o se quede calladita, ¿lo hará?-.


Me acabo el batido y me voy. Es lo que tenía que haber hecho en un principio. Tomármelo en un vaso de plástico como el que dan en las cafeterías de las facultades, de pie en la barra y rápidamente. A lo mejor en la barra alguien también me habría dado el coñazo.

domingo, 2 de enero de 2011

Nada

Foto: Srta. Insomnio.


Ahí me encontraba yo reflexionando sin saber bien qué decir. Clavaba sus ojos en todas partes, pero sobre todo en el lado derecho de mi cara tapada mayormente por mi maldito flequillo y en mis manos agarrando aquel vaso... esperando una maldita respuesta. Como siempre, tardé en contestar, y encima mal. No lo sé, dije. Y dejó caer su espalda contra la pared rugosa de aquel bar irlandés donde solía ir con otras personas. ¿No lo sé? ¿Qué me pasa? ¿Soy imbécil? Tanto tiempo, tantas caras largas, tantos momentos patéticos y mensajes sin respuestas, tantas dedicatorias estúpidas e insulsas, tantas dudas, tantas esperas infructíferas hasta el momento en que por fin estaba ahí y contesto que 'no lo sé'. No. Yo lo que quería decirte es que después de tanto y tanto tiempo acudiendo a abrazos forzados y miradas vacías por fin encontré una llena de cosas que ver y que, probablemente, seas mi persona favorita a día de hoy.

Eso quería decir. Pero no. Como siempre, que no digo nada de nada.