jueves, 25 de agosto de 2011

Mis vecinos (I)

Señorito Google.

Hola, me llamo S. (pero no Soraya, que es feo de la leche) y vivo en Málaga Sity (ya lo chivaté en la entrada anterior). Y vivo en un barrio como muy bello de cuyo nombre me acuerdo, pero bien que me acuerdo, y ojalá que no.

Mi barrio es feo porque son feas sus gentes, está claro. Hay suciedad por todas partes, huele raro (incluso cuando no pasa el camión de la basura), siempre oyes música de poco gusto - de mierda, vamos- se respira un ambiente muy acojedor  y bueno, que hay como mucha gente de todas las edades, condiciones, etnias y de tó. En la tele veo películas donde hay barrios chinos, rusos e italianos que tienen mala pinta pero tienen un no se qué y un qué se yo que dices 'coño, el folclore se respira aquí y es respetable'. Pero donde yo vivo no.

El caso es que, como decía, que me enrollo la tira, mi barrio es caquita de la vaca. De una vaca muy asquerosa y sucia. Y sobre todo el bloque donde vivo. En el fondo, muy en el fondo, tiene su encanto y todo porque es que te tienes que reír. Te ríes como en un capítulo de "Aquí no hay quien viva", pero claro... aquí José Luis Moreno no mete mano en el guión, la gente es así porque la han parío así y así son sus circunstancias.

Por ejemplo. El que limpia, el conserje (porque realmente está para limpiar pero poco le falta para repartir flyers y llevarnos pastelitos a casa) es un homosexual muy majo, aunque a mi, la verdad sea dicha, me cae bastante regular porque no me saluda casi nunca (qué raro donde vivo). Pero el tío es apañao.

Por otra parte, por empezar con alguno, tenemos a mis vecinos los morosos del tercero, que tienen tela pero tela. Yo antes era amiga de su hija pero como la madre está loca y me daba miedo porque cantaba y silbaba todo el tiempo canciones de Julio Iglesias y pegaba a sus hijas con un cinturón pues ya como que me daba apuro ir a su casa. Tienen un niño con Síndrome de Down de unos 30 años que ha ido desevolucionando, de ser humano a algo que da voces y ladra todo el tiempo. El padre trabajaba en Correos y en el trabajo de la madre también, porque ella nunca jamás sale de casa; un día no trabajó y más y se prejubiló. Él dijo que se había caído repartiendo el correo, pero realmente estaba haciendo las tareas del hogar en horas de trabajo y se cayó por las escaleras del bloque (que yo lo vi). Tienen muchas muchas cosas caras y guays, como un coche o un piso cerca de la playa, porque cobran subvenciones del Gobierno (y yo ni cotizo trabajando, tiene cojones).

Mi bloque está plagado también de árabes mamonas. Las odio con todo mi ser porque son mala gente y cantan en su idioma a altas horas de la madrugada y cuando les digo que bajen la voz me chillan y me cierran la puerta como muy vacilándome. Eso a mi no, ¿estamos? Porque yo seré muy seca, pero educá.

Mi vecina del primero tiene dos hijos alternativos que eran mis amigos también cuando yo era shica. Ya no. Y mi vecina tampoco, porque nos acusa a mi madre y a mi de tirarle colillas de porros en el patio. Un día hizo un collage muy estupendo con ellas y las dejó en el portal a modo de advertencia "sé lo que fumáis". El caso es que la muy ingenua no se entera de que las colillas son de sus putos hijos. También me deja la ropa en el portal cuando se me cae... y luego pues pasa lo que pasa, me la roban porque tengo un gusto para escoger complementos y demás que es que yo entiendo que la gente me copie, pero esto es un despropósito.


Ahora que me acuerdo el otro día le di con la puerta del ascensor en la cabeza a una de las vecinas que me caen bien. Me cavo mi propia tumba.

Otros vecinos les dan la llave a cualquiera. Entonces llego yo para abrir la cancela (ahora hablaré de ella, porque es otra absurdez) y me dicen '¿pero tú quién eres?'. ¿Que quién soy, que quién soy? Pues una persona que lleva aquí viviendo 18 años, no como tú, que llevas como mucho 18 minutos desgraciada. Lo odio, eso es porque llevo piercings algo grandes en la cara (como pechá) y tatuajes y tengo una manera algo peculiar de vestir, prejuicios, prejuicios everywhere.

Los beatos son buena gente, no les criticaré.

Las del cuarto son la caña. Tienen un padre con alzheimer que desapareció un buen día sin dejar rastro. Recuerdo que yo le perseguía cuando era niña y siempre acababa en el mismo bar poniéndose púo, pero yo erre que erre le seguía siempre (tonta que es una). La madre tiene un pequeño retraso mental. Recuerdo que era muy muy maja porque siempre estaba contenta y te saludaba de buen humor. También desapareció un buen día; por lo visto lleva años encerrada en casa. Una de sus hijas se quedó preñada con 17 años y lo ocultó varios meses hasta que un día le dio por vomitar por la ventana y pringarnos la ropa a todos. Entonces se supo. Ya ves que se supo.

No contentos con mis vecinos, mi portal es una puta mierda también. Se pinta frecuentemente, se arreglan las cosas y yo me pregunto '¿para qué, si dentro de dos meses va estar toda la pared llena de refregones, mocos, firmas (sí, la gente es gilipollas) y caras de Belmez mínimo?'. Pues porque, como ya he dicho, vivo en un bloque de imbéciles totalis.

Hace unos años entraron a robar. No se llevaron nada, ¿vale? Los gritos de la mujer a la que atracaron asustaron a los maleantes que, presos del pánico, huyeron. Pues desde entonces mi portal tiene una cancelita entre el acceso a las escaleras y el ascensor y la puerta de la calle. Por seguridad, claro está. Pero siempre está abierta. ¿Qué coño os pasa? Toca las narices tener que ser una buena vecina y abrir y cerrar la puerta siempre, pero luego el 90% de los vecinos la deja abierta de par en par. ¿Entonces para qué está? Pues para que si algún día está abierta y me ven esos hijos de la gran puta madre naturaleza me echen a mi la culpa. O a mi madre. Porque somos unas porreras.

Desfalco, timos a hacienda, robos, injurias y calumnias, secuestros, desaparición de personas... ¡aquí no falta de nada! ¿Sabéis que os digo? Que me enervo. Paro ya o le prendo fuego al bloque. El caso es que en mi casa está oliendo a quemao ahora mismo (¿me leen el pensamiento o qué? ¿saben que les estoy critiando públicamente ante millones de lectores ávidos de cotilleo insustancial?).

Pongo una fotito de Wisteria Lane (el barrio de las "Mujeres desesperadas"). Porque bueno, allí había asesinatos, incendios y traición, casi como en mi bloque, pero con más glamour y qué coño, un poquito de verde siempre se agradece.

martes, 23 de agosto de 2011

De cómo empecé a ser una insomne

Srta. Insomnio
Hola niñas y niños, gatas y gatos, perras y perros y demás animalitos bellos del mundo.
Me he dado cuenta de que hace un año ya de que abrí este blog y sólo he puesto textos y textos y no me había presentado. Tampoco es que tenga muchos lectores (me creo Pérez-Reverte por momentos, -¡jé!-), pero es de mala educación de toda la vida no presentarse cuando se es nuevo en los sitios.

Pues a ver... habrá que empezar. Mi nombre es S. (inventaros lo demás, es lo de menos -juegazo de palabras, estoy que lo doy todo-), tengo 24 años, un 'trabajo' precario del que luego me quejaré y varias cosas más a añadir que hacen la persona que soy.

Nací en Málaga Sity, ciudad sin ley y sin otras muchas cosas como un verano decente y con un invierno de mentira. Tengo algunas amigas a las que llamo 'totos' (que aquí significa 'vagina'; sí, soy así de choni) o titis o socias o jefas... pero normalmente no por su nombre, me creo chunga porque soy de un barrio chungo y todo lo malo, incluido el vocabulario, se pega, es lo que hay. Al menos acabé los estudios, o eso intento, así que faltas de ortografía, por lo menos, no tengo (aunque aquí me remarque varias palabras en rojo no son falta).

Mi infancia es la típica infancia de una niña que no tiene hermanos y padres que trabajan de sol a sol en una fábrica de tejidos y en el campo recogiendo patatas. De pequeña no pude ir al colegio, de modo que la señora de los campos donde trabajaban mis padres me enseñó todo lo que sé y, como era maestra, pues sirvió para mi formación. Rebobino. Es cierto que no tengo hermanos y que mis padres trabajaban musho, de modo que siempre me crié con mis abuelas y todo lo que aquello conlleva. Las abuelas son wena ente, como se dice aquí, pero a mi me tocaron raras. La madre de mi padre, por ejemplo, me cuidaba a mi y a todos mis primos así que para no liarse demasiado a todos nos llamaba 'Tamara' o 'Adri' y va que chuta. Le gustaba el vino y las copas de helado de la de abajo, charlar con sus vecinas igual de viejas e igual de horriblemente vestidas y hacernos bocadillos de mortadela Mina. Para mi otra abuela yo como que no existo, soy la nieta suplente cuando no está su verdadero nieto, el hijo de su verdadero hijo (y hasta aquí puedo leer... xD).

Pues eso, que yo era una niña muy graciosa y muy rareta como ya conté en otra entrada y que no repetiré porque me quedó bastante bien (creo yo, qué coño) y para qué redundar.

De la adolescencia mejor ni hablar. Ser rara cuando eres niña es como muy mono y entrañable... pero a partir de los 13 años di un cambio siniestro a mi ser. El negro, la ropa rota, las cadenas, los imperdibles, la música metal extrema y las películas de dudoso contenido (no hablo de porno, coño) dieron paso a un pequeño monstruo que hacía dibujos tan feos como la ropa que llevaba. Para los niños de ese rollo de hoy yo sería la caña y todos me adorarían y me amarían, pero los niños de ahora son más guays y los de antes eran todos unos bacalas poseídos por el cantante de los Prodigy que no veían más allá de sus peinados badboy o su ropa marca Scorpion Bay (aquí en los noventa era lo más). El caso es que tenía una amiga que me duró como toda la vida (al menos hasta ahora), que comprendía bastante mi manera de ser y a la que adoro con toda mi alma a pesar de ser polos opuestos casi. También me eché un novio con 15 años que se parecía a Kurt Cobain que me duró 3 y me hizo perder toda la adolescencia de un plumazo (igualito que las niñas de ahora).

El caso es que el instituto, para mi, era un jodido infierno. Yo era una niña majísima  que sacaba muy buenas notas, se portaba estupendamente  y salía en el cuadro de honor. Bueno, no en las fotos, porque mi color de pelos y los piercings no eran adecuados, por lo visto. Retrógradas era lo que había allí y yo una persona muy versátil y con gran personalidad y poco gusto. Luego me hice rastas.

La universidad me abrió loh ohoh y en lugar de ser una paria era una alternativa  majísima y que sacaba muy buenas notas y se portaba estupendamente. El caso es que, como todos, supongo, creí que todo sería color de rosa en la facultad, haría lo que me diera la gana, saldría de juerga como en las pelis de universitarios de después de comer y demás. El caso es que juergas me pegué... pero nadie me habló de las largas noches de estudio y de hacer trabajos que me pegué. Es entonces cuando conocí a Insomnio. Él no era un gótico ni un oscurito guay de atractiva presencia y gustos refinados con tatuajes de Depeche Mode, no, era la puñetera falta de sueño que me hizo convertirme en la sociópata joven que soy ahora.

Agradecerle tengo, que gracias al insomnio precoz (por lo visto de joven también lo tenía, yo creía que eran ganas de desafiar lo establecido y acostarme tarde) y al insomnio de ahora descubrí lectura, música y mundos paralelos donde perderme y cultivar mi mente.  Viendo Buenafuente, por ejemplo. O la Hora Chanante. Y la afición de escribir gilipolleces como esta.

No obstante... por lo visto, el sueño es como necesario para vivir. Entonces me convertí en un animal nocturno adicto a la Coca-Cola Zero que no dormía por las noches y luego de día se quedaba sopa en clase. La vida es dura y encontré amigas que me ayudaron a dormir, solo que el médico no me deja verlas siempre y hace falta comprarlas con receta. Poco después he sabido que el hurto en los hospitales está generalizado y, bueno, por suerte conozco gente que me las proporciona gratis. Gracias.

Después de asumir que me cuesta trabajo dormir porque de noche estoy como más inspirada para hacer cosas como las mencionadas antes, he de decir que esta afición de ser nocturna me resultaba más facilona cuando sólo tenía que estudiar. Como hace unos meses decidí que ser becaria ya era necesario para mantenerme económicamente, firmé un fabuloso contrato multimillonario con el que trabajo pocas horas, en un ambiente ejemplar, rodeada de gente fascinante y haciendo lo que me gusta (Traducción: firmé una mierda de contrato que no me cotiza a la Seguridad Social una mierda, llevo 9 meses trabajando en un zulo asqueroso que, al menos tiene aire acondicionado, pero plagado de tíos que me llevan más de 10 años y cuyo tema de conversación principal es cuánto tienen que pagar de manutención si se divorcian de la señora; ah, y sin vacaciones, por supuesto).

Bueno, a grosso modo (¿véis lo bien que me expreso?), esa es la tía insomne que escribe el blog. Ya más o menos me he presentao. Más vale tarde...