jueves, 23 de diciembre de 2010

¡Fuó!

Cuando te enfadas mucho mucho, dicen que te sale una nube negra encima. A saber.
Sí. Una onomatopeya. ¿Por qué? Porque en días como este sólo se me ocurre decir eso... ¡fuó! O quizás también '¡bah!' o '¡gñé!'. Que, en estados de ánimo como el mío, no vienen a decir cosas bonitas ni agradables, sino todo lo contrario.
Que estoy harta de todo. Que sí... que a veces tampoco es malo pelearse con el mundo y mandar un poquito a freír espárragos a todo lo que te molesta. 
Sobra decir, entonces, que el día ha sido malo. Hombre ya. Pero es eso... no se puede vivir eternizando días malos, aunque a veces cueste verla, la luz al final del túnel está ahí. Aunque todas las canciones tristes hablen de ti y suenen y resuenen una y otra y otra vez en tu cabeza, en un random que parece un bucle sin fin. Y no siempre es la muerte quien te espera detrás.

martes, 14 de diciembre de 2010

Tormenta de ideas (1)

Foto: Srta. Insomnio.
Una canción bonita, con o sin letra. El olor de la tinta de los rotuladores permanentes; y el olor de las cosas nuevas, como un libro o la primera hoja de un cuaderno. Las etiquetas tan largas y sumamente coñazo que les ponen a las camisetas o a los sujetadores. El sonido del mar y el de una persona que respira muy fuerte mientras duerme. La letra bonita y elaborada de algunas personas mayores y la letra fea e ilegible del médico. El olor de una colonia en un montón de personas; tu olor en un montón de personas. Lo a gusto que se queda una después de una mañana de ejercicio maratónico seguida de una ducha.

La primera vez que ves a alguien con unos ojos distintos a los del día anterior. Zambullirse de golpe en el agua fría del mar y salir a refugiarse en la toalla. Las fotos antiguas donde todo parecía mejor. Cantar con los amigos a pleno pulmón; abrazarse y decirse ñoñerías porque sí. Levantarse feliz y radiante sin motivo aparente. Cruzarte con gente desconocida y que te sonrían o te miren bien. Transformarse en un ente hípercaluroso, tímido y tartaja, con ciertos toques de problemas mentales cuando 'el amor platónico' te habla. Morirse ya si te corresponde. Aquella gente a la que bautizas con motes después de cruzarte con ella una y otra y otra... y yo que sé cuántas mil veces.

La frase que se queda marcada en cualquier libro, la página 22 y la primera y la última frase del mismo. Las dedicatorias que ablandan el alma (de eso mi amigo V sabe mucho, muchísimo), que hacen reír o llorar de felicidad...

viernes, 10 de diciembre de 2010

Horizonte

Foto: Srta. Insomnio.
Pensar que, por un momento, ese instante es solo para ti.

A tu alrededor, un montón de personas. Una anciana arrastra, a duras penas, un carrito con una bombona de oxígeno y va llena de bolsas de la compra. Una pareja joven pasa por al lado y se ríe, pero no de ella, porque son felices, digo yo. Un gato sale del motor de un coche y corre hacia la acera de enfrente; es gris y bonito. Un hombre escarba en la basura y otro se queja de cómo lo está poniendo todo. Pasa el tren de las... no sé, no sé que hora era, cualquiera, las doce, las doce menos cuarto. Los niños juegan en el patio del colegio. Qué sucia está la calle. Se oyen gritos, muchos, de mucha gente, no sé lo que dicen pero tampoco me importa. Hoy, en ese minuto, en ese segundo, he decidido que solo yo importo y que solo yo estoy mirando el cielo, con nubes y claros, y solo yo lo veo así. Por un fragmento de segundo recuerdo que ya he estado aquí más veces, en distintas horas del día, pero supongo que haciendo lo mismo. Ese momento, que es único, quedará en el olvido como otros tantos. Lo importante, creo yo, es que entonces, pensé que podía ser especial y la satisfacción de respirar todo lo profundo que pueda sin ahogarme y sin tener miedo de que algo lo va a interrumpir es la recompensa.

Miro al horizonte y pienso que está ahí porque lo hemos puesto nosotros en algún momento. Y que esa misma línea que ahora veo yo que separa el cielo y la tierra, en cualquier otro punto del mundo es distinta. Y suena, de fondo, 'Your hand in mine' de Explosions in the Sky y ahí es cuando me doy cuenta de que el momento sería completamente perfecto si tú estuvieras ahí, aunque no dijeras nada, no gritaras como los demás, no pasaran gatos, ni personas, ni jugara nadie, ni viniera el tren, ni el horizonte se viera tan tan nítido.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Caos

Foto: Srta. Insomnio
'Dios no existe. Está claro.' Palabras que repetía todas y cada una de las veces que se torcía todo, simplemente, por el hecho de torcerse, porque sí. La gente normal necesita treguas. Incluso cuando pretendía darle una oportunidad al karma, este le daba la espalda como si fuera invisible.


Se habla de gente desgraciada, triste, gafada, de malas rachas, de mala suerte. Mentira. Es el ser humano; él y su puñetera manía de ser social, de dejarse llevar, ser egoísta, traicionero, insensible, un terrorista de sentimientos ajenos.

Cada mañana, desde entonces, derivaba en días más o menos largos / más o menos cortos donde no recordaba ya cuántas veces le pensaba, cómo abrió demasiado la puerta de eso que llaman alma (donde los sentimientos), en lugar de entreabrir la ventana. Quizás el error esté ahí, en dar demasiado por miedo a dar menos que la otra persona. Sí, estábamos hablando de a-m-o-r. O quizás no, quizás sea hora de mirar la paja en el ojo ajeno por una vez; que ella, que tú, que yo no hice nada mal; yo sabía qué quería, qué sentía y hacia dónde quería avanzar. Eras tú el niño perdido que no encontró el País de Nunca Jamás, aquel sitio del que tanto hablabas. No huiste como dijiste sino que te quedaste, te impregnaste de aquello que me habías negado y te refugias en palabras vacías y dañinas en lugar de hacerlo en mi abrazo.

Algún día, esperemos que más pronto que tarde, dios, el karma, o el puñetero mago que rige este ordenado caos te ponga en tu lugar y a mi en el mío. Que escuches cualquier canción, veas cualquier puesta de sol, cualquier bar donde estuvimos, cualquier parque donde respiramos el mismo aire, las baldosas que hemos pisado y que hemos evitado pisar, aquel autobús donde no estaba yo, aquellos lugares de los que hablamos donde nunca coincidimos pero a los que ambos fuimos en algún momento en esta puta ciudad de mierda. Porque algún día lo más bonito que tuve fue nosotros, fui el monstruo de tu armario, quien te miraba dormir, la rampa donde patinabas, el pulpo que te abrazaba en los sueños y en la realidad, fui tu amiga robot con sentimientos, un gremlin y todas las letras aquellas, agolpadas sin sentido aparente, y que sólo nosotros sabíamos qué querían decir. Fuiste mis noches sin miedos, fuimos eso y las estrellas. Fuimos el sexo y el amor. Hemos ardido en las frías montañas.

Tú eras Sueño y yo Deseo. Y de todos los sueños uno se despierta.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Parecidos razonables - Protesta

Hace un par de años que José Luis Rodríguez Zapatero afirmó alegremente que España había superado a Italia y acechaba muy de cerca de nuestra vecina, pero no por ello amiga, Francia. Y cuando digo alegremente no me refiero a que tuviera una gran sonrisa en la cara o que bailara unas sevillanas mientras pronunciaba esas palabras sino porque creo que lo más cerca que este país ha estado de Francia ha sido en la lucha contra E.T.A. (dejando a un lado los Borbones y los camiones de hortalizas que tan amablemente recibían en sus fronteras hace unos años).

Foto: Henri Cartier-Bresson
Lo de Italia es otro cantar. Más que superarla a mi me da que se parecen en muchos aspectos y que ambos países han estado en una carrera constante para ver cuál de los dos se llevaba el premio al más escandaloso y, de momento, va ganando Italia, pero España le roza los talones. Si durante la monarquía del Antiguo Régimen en nuestro país existía una Italia española (que comprendía el Ducado de Milán, los Presidios de la Toscana, Nápoles, Sicilia y Cerdeña) y nuestra influencia tuvo que ser notable, ahora el contagio es al revés, y algo distinto. Ya de primeras nos llevan ventaja sobre los medios de comunicación de nuestro propio país, ya que todos los grupos de comunicación españoles excepto uno son italianos, de manera que ya me dirán si vamos o no vamos perdiendo cuando controlan nuestro cuarto poder. Y es que tras el eterno adolescente (¿o se llama complejo de Peter Pan?) Berlusconi, el Primer Ministro de Italia, se esconde un hombre curtido en esto de la industria mediática, puesto que antes de dedicarse a la política ya tenía en sus manos el control de muchos medios italianos (tiene prensa, radio y televisión; es propietario de ‘nuestra cadena amiga’ Telecinco).  En lo de vetar a periodistas también hay cosas en común; en España recordemos aquel artículo de Félix de Azúa donde se hablaba de esto mismo (y ya no habló más en ese periódico) y, en Italia, las numerosas denuncias que Marco Travaglio se ha ganado tras hacer crónica de lo que se vive en su país donde, según sus palabras, Berlusconi es ‘el gran intocable’. Por otra parte, Italia no sólo le echó el ojo a nuestros medios y nuestro aceite, sino que también se ha fijado en nuestra industria energética. ¡España tiene sus sectores en rebajas!

Dejando el tema empresarial a un lado, pero no muy lejos, lo que está más claro cada día es que a Italia nos parecemos, sí, y no sólo en que nos baña el Mediterráneo, que también, sino sobre todo en el carácter que está adquiriendo nuestra clase política, más cercano a la mafia que a otra cosa. En España el gusto por la pasta no se refiere a los tortellini, se refiere al cariño que se siente por el dinero público, que puede más que el hecho de gobernar (ya sea un municipio, una ciudad, una comunidad autónoma o un país entero). No hay más que acordarse del caso de los famosos trajes tan carísimos o el de aquel alcalde que saqueaba las arcas políticas y usaba bolsas de basura para guardar su engrosado sueldo que invertía a los ojos de todos en el Rocío con una folclórica conocida como ‘la viuda de España’ (qué cañí). Al menos este fue a la cárcel y ahora se le va a juzgar de nuevo (y tiro porque me toca). Antes me dejaba llevar por mis ideales y pensaba que era la derecha española la que más mano metía a la caja, pero aquí no se salva ni el apuntador.

Intentando sacarnos más parecido con Italia, escarbando un poco sobre mi memoria televisiva me acordé de los maravillosos escándalos que nos llegan a nuestro país, siempre expectante a la llegada de noticias interesantísimas, y encontré una gran cantidad de reportajes dedicados a Silvio Berlusconi, muchos de ellos emitidos en programas de dudosa calidad televisiva (y no digo ya moral) y a sus numerosas operaciones de estética y fiestas a tutiplén con jovencitas a las que luego dichos programas pagarían en nuestro país para largar sobre el asunto. Pero no sólo de temas del corazón cojea este señor, sino que se permite bromear sobre cómo Zapatero va a dominar a tanta mujer en el gobierno y también toca el palo de la xenofobia, qué se iba a esperar después de aliarse con la fascista Alianza Nacional, y no sólo inspecciona para identificar a los extranjeros sin empleo sino que también cierra las fronteras a la inmigración. Pero todo es perdonable a los ojos del Señor en Italia. Igualmente no hay que remontarse a los tiempos de Franco para ver que en España nos estamos contagiando también del virus de la exclusión al inmigrante, justamente en la separatista Cataluña, donde los inmigrantes de Vic, un municipio de Barcelona, no se pueden ni inscribir en el padrón municipal si no tienen trabajo o están regularizados. ¿Y qué hace nuestro ZP? Pues hace una consulta a la Comisaria del Interior de la Unión Europea sobre el asunto; y yo me pregunto ¿no estaba claro ya que las actuaciones de la tríada catalana en el ayuntamiento de Vic chocaban claramente con la legislación española? Pues parece que para Zapatero no. Al señor de la mirada gentil parece que le viene grande llevar un país y ser presidente del Consejo Europeo a la vez; pero no se le caen los pantalones del cargo cuando se trata de hacer un uso particular de los medios del Estado para su disfrute, véanse… su viaje a Londres para ir de compras en un avión oficial, del uso de embajadas como hotel… en definitiva, comportamientos de nuevo rico. Me reía yo del italiano y este también tiene lo suyo.

De corrupción política, escándalos y mentiras, España e Italia van bien servidas. Ahora que lo pienso, sí, es posible que superemos a Italia alguna vez, lo que me da pena es que no la superemos en civismo, en su renta, en el respeto por la tradición (no como aquí, que todo es muy de boquilla, recuerden la semana santa) o por sus mayores.  Aquí, como allí, la clase dirigente (quien al fin y al cabo es la que mueve los hilos en los asuntos grandes) es un auténtico reality show, si allí tenían en el Parlamento a la señorita Anna Elena Staller (la conocerán mejor si digo Cicciolina) aquí se presentan strippers o artistas de variedades por llamarlas de alguna manera, como la señorita Yola Berrocal, a la alcaldía de municipios tan limpios (lo digo por sus arcas, más que nada) como Marbella la bella; aunque la italiana luchaba por causas más justas, la verdad sea dicha.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Desde mi cielo

Entrada rescatada de mi antiguo fotolog. Me gusta, es lo que hay...
Foto: Srta. Insomnio

Me gustan los cielos. El olor a libro nuevo. Empezar un cuaderno o customizar cosas. Inventar asesinos en los cines cuando es de noche. Me gusta ir en el autobús, a veces, cuando no hay nadie, escuchando música. Subir a gibralfaro para luego bajar haciendo fotos que luego borraré. Las cámaras de fotos analógicas, aunque no funcionen. Me gusta el cyberpunk y el steampunk. Me encanta Lain. Creo que Eduardo Punset es uno de los hombres más inteligentes que he leído en la vida; comparto su opinión de que el corazón está en el cerebro. Me mata la gente irrespetuosa, las parejas que se pegan, la gente que insulta... y sobre todo a la gente mayor. Moriría por mis padres. Me gusta hacer fotos (a los cielos también). Los espaguetis a la carbonara de mi madre; y su tortilla de patatas. Me gusta correr hasta que no puedo más, pararme y volver a la carrera. La risa de Isa y de Javier, y de mis amistades en general. Me gusta tener cosquillas en tantos sitios que ya no sé ni enumerarlos. Me gusta cuando me inventé un personaje que reflejaba todos mis miedos nocturnos; me gustó llamarla Insomnia. Odio la gente que hace chantaje emocional y daño gratuito; las tías capullas con otras tías y la gente capulla. La gente que no sabe vivir sin una relación amorosa. La gente que, cuando tiene una relación no se relaciona con la otra gente a la que antes consideraba amiga suya. Odio hacer la compra y aguantar el marujeo; y la ropa arrugada me mata. No me gusta que la gente cante sin saberse la letra, tampoco los silbidos que suenan como una 's' eterna, tampoco me gusta el Bar Lemmy ni la gente que va de guay cuando no lo es. Yo no soy guay. Adoro la Coca-Cola Zero y meter patatas fritas en los bocadillos de jamón y queso. Me gusta usar bermudas de hombre en verano porque son más cómodas, me gustan los pantalones grandes en general. Y llevar chanclas. Me gusta que no me hayan dejado de gustar las cosas que hacía antes aunque ya no las haga. Me gusta la gente que sabe dibujar y la que hace dibujos porque sí. Odio la gente que destroza en lugar de hacer críticas constructivas. También me gusta la gente que escribe, pero no toda. Me gustan los grupos musicales donde la gente grita. Los pateos. Los ojos negros y azules. Y la gente que sonríe con toda la cara... no sólo con la boca, sino también con los ojos (no sé si sabéis a lo que me refiero). Que la gente me deje libros y me enseñe cosas. Me gusta cambiar las cosas de sitio para luego dejarlas como estaban...


Y si has llegado hasta aquí la paciencia encuentra nombre en ti, desde luego. Y podría seguir así todo el día, la verdad, pero ya sería colarse.

martes, 16 de noviembre de 2010

Odio

Foto: Srta. Insomnio.
Odio a mis vecinos. Sobre todo a ellos.
Odio tener que ir asiduamente al baño cuando son horas de dormir. ¡De dormir y nada más!
Odio que la gente sólo se acuerde de una cuando necesita algo. O cuando se la cruza por la calle y dice ¡vaya, cuánto tiempo! Claro que hace tiempo, porque tú quieres...
Odio que te cruces conmigo y me mires con odio. No está bien, claro que no. No son los mismos ojos conque te miro yo. Pero sobre todo odio cruzarme con tu olor en otra persona porque sólo recuerdo las cosas buenas y no las malas.
Odio el sabor del café. Odio el pescado hervido, la carne roja, la de conejo, casi todas las carnes, vamos.
Odio el calor húmedo de esta maldita ciudad. Odio esta ciudad, sus calles sucias, la misma gente, el ruido. Asco. También odio tenerle asco a la ciudad en la que vivo, está feo.
Odio no tener trabajo, no tener nada que hacer casi nunca o que todos los planes sean el mismo puñetero día.
Odio ser tan torpe. Odio engordar, verme gorda en el espejo y que la gente me diga 'estás estupenda'. Odio que me mientan, el daño gratuito, la gente que no tiene claro lo que quiere pero lo coge todo de los demás.
Odio mi pelo y su manía de ser tan lacio y soso. Odio el naranja, el amarillo y el celeste, pero sobre todo odio el marrón.
Odio tantas cosas últimamente que hasta odio odiar, cojones.

viernes, 15 de octubre de 2010

Él

Foto: Srta. Insomnio.
Son casi las dos de la mañana. La una y cincuentiseis minutos para ser más exactos. Ella está en la cama medio incorporada y ultima las páginas de un libro prestado, un libro acerca de otros libros y alguien que los roba y, de repente, una lágrima acaricia su mejilla y, sin saber por qué, se ve reflejada en aquellas palabras que un narrador ficticio cuenta, acerca de otra chica cuyo padre ve muerto en el asfalto. Es entonces, cuando todas las palabras, todo el cariño que ha estado ‘viviendo’ durante varios cientos de páginas le recuerdan al suyo. A su padre. Ese hombre que, como el señor de los ojos grises que en tantas páginas aparecía, también había luchado en la guerra, o en muchas guerras, según se mire. Aquel que le contaba cuentos de pequeña, poniendo voces tapándose la nariz para que parecieran más agudas, el que tantas cosas le había enseñado; ese tipo de cosas que no viene en los libros pero que igualmente son cosas que es bonito saber, sobre todo porque no hay nada más bonito a veces que aprender algo de alguien a quien se admira. 


Cambia el acordeón de ese relato por una canción y cualquier hoja de papel y un lápiz de carboncillo. Dibuja cientos de amaneceres, o naves imaginarias, paisajes por donde han caminado juntos con la ayuda de una vara, esas fotos movidas donde salen los dos, los momentos de andar horas y horas sin decir nada (y no porque no hubiera nada que decir, sino porque todo está implícito). A él, la persona que más veces le ha visto y le ha mirado tal y cómo es, es a quien ve reflejado en esas páginas. Qué difícil es que te miren.


De repente se da cuenta, baja las escaleras corriendo y busca a ciegas donde está él y, bajo la oscuridad y el ruido de fondo de las gotas tecleando encima del cristal de metacrilato de aquel techo de esa habitación tan rara, duerme su padre. En aquel sofá, frío. Le mira con ternura intentando no tropezarse con las zapatillas que están en el suelo, y entiende, por un instante, que dormir y morir no son cosas tan distintas, le tapa con otra manta y se marcha.



Probablemente nunca le haya dicho ‘te quiero’ tantas veces como había pensado, como aquella niña de la novela, pero seguramente él lo sepa. Las palabras quedan cortas muchísimas veces y, a veces, si no se sabe expresar bien, para qué usarlas. Con toda seguridad tampoco sepa yo expresar esto con la exactitud que mereciera, así somos de imperfectos.


A él. El hombre que pinta, que lee, que cuenta y que canta, que sabe tantas y tantas cosas que muchos quisieran saber de la vida. A mi padre.
Gracias.

martes, 12 de octubre de 2010

S17

Foto: Srta. Insomnio.
A mi 'yo' del futuro,


Hola 'S'. Esto es algo raro porque la que ha escrito estas palabras eres tú misma, exactamente con 17 años. En teoría, cuando vuelvas a leer esto serás más mayor de lo que yo soy ahora. 


Espero que, a día de hoy, en tu presente, tengas personas en las que confiar y apoyarte, que no estés sola, que se hayan cumplido alguno de tus sueños... esos sueños que tengo yo ahora. Que seas periodista, que escribas (como siempre quisiste), que hagas fotos... miles de fotos que te gusten; es decir, que escribas libros, o artículos, donde sea y lo que sea, porque sé que es lo que te gusta y tengas una cámara propia con la que poder plasmar eso que ve tu ojo.

Confío en que hayas viajado todo lo que hayas podido, haber ido a Londres con tus amigas, conocer gente interesante y saberte rodear de ellas. Que 'O' siga siendo un hermano para ti. Seguir mirando a tus padres (o sea, a los míos) con los mismos ojos, los ojos del respeto y la admiración, y el orgullo de que sean tus padres.

Sé quien quieras ser, lucha por eso, quiérete más e intenta, sobre todo, no perderte a ti misma porque del camino se puede salir pero es fácil volver a entrar (o al menos más fácil que perderse a uno mismo y encontrarse) y ser mejor persona cada día.

¡Un saludo amiga!

* * *

Estas palabras me las dediqué a mi misma hace unos seis años. A día de hoy, siento decir que no se ha cumplido ni uno de los sueños que he tenido en la vida. Sí, estudié periodismo, sí, escribo, sí, hago fotos... pero no es lo que quería entonces, ni ahora, probablemente. Igualmente... he aprendido de cada uno de mis pasos, he podido volver a atrás, rectificar, pero, sobre todo sé que sigo en mi intento de mejorar cada día para ser una buena persona. Y gracias, gracias tengo que dar a las personas que son mis amigas en la actualidad, que no son las mismas que entonces pero sí son para siempre. Y a mis padres, sobre todo a ellos.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

No te pierdas

Foto: Srta. Insomnio.
La vida que soñaste tener nunca ha llegado. No tienes pareja, ni te ha tocado la lotería de navidad, ni del niño, ni de nada. Tampoco tienes trabajo (o un trabajo de mierda). Pero no todo se sustenta en eso... es levantarte y saber que no te has perdido a ti mism@, que hace frío y no te importa vestirte para salir, que te de el sol en la cara y respirar profundamente, sin miedo a que el corazón te explote en mil pedazos por esa sensación de semi-libertad recién adquirida.


Te cruzas con las sombras de la gente y, si todavía puedes descubrir una sonrisa sincera de cualquier persona desconocida -del montón- a la vez que sonríes tú, sin tener miedo, puedes pensar que has tenido un buen día. O bien puedes amargarte por todo lo que no tienes (y quieres) olvidando lo que has conseguido. O no, esperemos que esa no sea una opción.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Que llegue octubre...

Foto: Srta. Insomnio.
Una noche, intentando dormir, te acordabas de cuando no tenías insomnio ni nada que se le pareciera lo más mínimo. Cuando toda la preocupación era no parecer una rara por los pasillos del instituto o esa amiga con la que descubriste que alguien tan diferente a ti puede ser un amigo de verdad. Lo mismo daban entonces las crisis y demás porque tú estudiabas y no necesitabas apenas dinero, o al menos el que te daban tus padres los fines de semana te daba para ahorrar, incluso, y poder comprarte un cómic o un disco de algún grupo de metal (del nuevo, no del heavy) que escucharías hasta la saciedad hasta poder pillarte otro.


Recuerdas esas largas tardes de veranos escuchando gilipolleces de tus amistades con las que te reías a gusto y ese primer novio que se parecía tanto a Kurt Cobain y con el que no compartías nada.


Y ahora sólo piensas en no hacerte mayor, buscar un trabajo de mierda y que la licenciatura no te vale para nada y encontrar la manera de entrar en la talla 38-40 del Pull&Bear. Que tu madre es la mejor mujer del mundo (y la más guapa, y la más valiente y la más todo), que la pareja que tienes ahora te vea siempre como el primer día, que no tienes tantos amigos como parecía (pero no te importa porque son pocos pero de verdad) y que, finalmente, una de las cosas más valiosas que tienes es la salud y probablemente ser buena persona sea una de tus metas en la vida


Y será octubre y volverás a tener frío. A desenterrar un viejo libro para empezar a leer mientras el sueño acecha en cualquier bar de copas y se digne a venir, simplemente.

lunes, 23 de agosto de 2010

Confesiones a 23 de agosto

Vistas desde mi terraza. Un día cualquiera al caer la noche.
Esta eres tú. Una noche más frente a la pantalla de ese ordenador, de esa habitación que tantos momentos te ha dado. A veces dan ganas de prenderle fuego y que todos ellos se incineren con todo lo demás. Los muebles, las fotos... los libros.


Una noche más confiando en que esa pequeña bolita verde llamada lorazepam decida hacer efecto de una vez por todas de noche y puedas dormir cuando no hay luz y no a horas en las que deberías estar haciendo algo útil. Aunque a veces hacer vida cuando todos están desconectados tiene su aquel, a veces ser una persona normal no viene mal tampoco. La normalidad ayuda cuando todo está desordenado como pasa ahora, en estos momentos. Y miro por la puerta de la terraza de esta habitación y no veo nada más que cuatro luces de algunos noctámbulos como yo (muchos de ellos reconocibles a lo largo de los años). Una frase escrita en una pared y que nunca ha sido borrada y ningún viandante. Desvío la mirada a la cama nueva que he comprado, pensando que sería mejor y me ayudaría a dormir. Mentira. El problema nunca fue la cama.


Esta es la primera entrada de un espacio que creé hace años en cualquier lugar virtual y que estaba intacto. No había nadie quien patinara en mi rampa entonces, ni lo hay ahora. Para eso es mía.