miércoles, 30 de enero de 2013

¡Basta!

Srta. Insomnio: archivo
¡Basta!


De tener miedo a tirarse a la piscina cuando está rebosante de agua. De respirar profundamente no vaya a ser que te de un quiebro por dentro. El miedo de abrir aquella caja de los recuerdos, a sacar aquella pajarita de papel y recordar (que recordar no es malo, ¡no!). De no echarle narices a la vida por temor a cualquier tontada. De pensar que todo lo nuevo viene a ser malo porque lo está siendo desde que recuerdas. De apostar por miedo a perder porque siempre apuestas cuando la victoria está segura. De no hacer algo por creer que... que está mal, aunque algo por dentro te dice que no. 

lunes, 28 de enero de 2013

"El chico de primero"

Foto: Srta. Insomnio (de joven, muy joven)
Te levantas un día, te tomas un café con los ojos todavía medio cerrados. Huele a tabaco, todo en ti huele a tabaco en realidad, es lo que tiene fumar, coño. Eso que... que te tomas el café, te pones una camisa de cuadros que te da un toque grunge y moderno a la vez, los pantalones vaqueros del día anterior, unas vans que han perdido el color y te calzas tu sonrisa de ortodoncia perfectísima. No te peinas ni nada porque llegas tarde. Porque llegas tarde y porque realmente es que ni te peinas, que lo mismo ni falta hace, no sé. Bajas las escaleras sorteando a la vecina del segundo que baja con el perro y el carro de la compra. Ahí, justo en frente, casi que llega el autobús que te lleva... digamos al centro, da igual. Te das a la carrera mientras desenredas los auriculares del iPod y le das al play (suena no sé... suena algo como no sé, algo como muy de transporte, Explosions in the Sky), entras en el autobús (que huele a humanidad, como siempre a esas horas y a cualquiera en la que haya gente, la verdad) y te ubicas donde primero pillas, justo al lado de una chica, bajita, no sé... la típica estudiante que pasa desapercibida por la vida. Ella. 


Ella huele como a Calvin Klein, es una tipa limpia pero no exageradamente arreglada. Lleva una carpeta con una pegatina desgastada de Refused, una mochila Eastpak con cuatro chapas y un parche y también va escuchando música en el mismo modelo de reproductor de mp3 (digamos que escucha... Explosions in the Sky, que es muy de transporte, como decía antes) y el pelo tapándole la inevitable cara de dormida.


Pues esa estudiante, esa misma, podría haber sido yo, en cualquier año de carrera. Y ese estudiante podrías haber sido tú, sí tú, chico con el que me encontraba entonces todas las mañanas en ese descarriado autobús, lleno de gente con vidas que me inventaba a diario. Y en los pasillos de la facultad. Igual que me inventaba cómo eras entonces, las cosas que te gustaban, las cosas que hacías. Ya no me invento nada. ¿Por qué? Porque sé cómo eres, sé quién eres y... sinceramente, me quedo con lo que elegí yo que fueras.